Desigualdad, especulación y aborto

Compartir
josep miró i ardèvol
Nos enfrontamos a dos grandes fuerzas destructoras de lo humano basadas en la pasión del deseo sin límites. Una se manifiesta económico, la otra en el social, ambas en la cultura que cada vez es más hegemónica y aplasta toda disidencia, la cultura de desvinculación.
Si observamos la situación de las finanzas llegaremos rápidamente a una conclusión Hemos aprendido muy poco de la gran crisis, en lo substancial todo sigue igual. Se reconoció que los bancos demasiado grandes entrañaban un riesgo sistémico, esto es eran demasiado grandes como para dejarlos caer, como sucede con las demás empresas. Cuando el riego se hace realidad saben que no sucederá nada porque serán salvados a expensas del contribuyente. Hoy esto no es que no se haya resuelto es que ha empeorado. Los seis gigantes de Estados Unidos Bank of América, Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan, Chase, Morgan Stanley, y Wells Fargo son más grandes que nunca, de manera que y todos están garantizados lo que estimula todavía más las operaciones de alto beneficio- alto riesgo. Algo parecido podríamos decir de España y otros países de Europa: la crisis se traduce en un aumento del tamaño de las entidades financieras y la reducción de su número. Al mismo tiempo crece la desigualdad hasta niveles nunca vistos: El 95% de lo que ha crecido al renta en Estados Unidos desde 1995   queda en manos del 1% más rico mientras que el 99% se lleva solo el 5%. Todo esto pone en cuestión dos teorías convertidas casi en dogmas. Una que lo importante es crecer y después ya se redistribuye y, dos  que para tal fin lo mejor es un juego económico desregularizado. Quienes se llevan la parte del león son quienes tenían ya un posición de predominio fruto de la globalización y la desregularización  financiera,  intermediarios, grandes fortunas, propietarios de despachos de abogados gigantescos y grupos de comunicación. A este grupo se le añade un segundo (Adair Turner Economics afther the crisis) formado por actores, cantantes y deportistas de elite que perciben retribuciones de millones al mes, y que en general buscan y consiguen evadir sus impuestos. Todos ellos compiten en el postional good, jets privados, casas espectaculares en lugares de privilegio, colecciones de coches inalcanzables para el 99,99% de la población.   Todo este grupo posee además una característica que deseo subrayar porque a tal escala es destructiva en sí misma. La mayoría de sus actividades son “distributivas”, es decir gana dinero que otro pierde. Es el reino de las finanzas especulativas en detrimento de las productivas, y esto ayuda a entender porque un artista de renombre gana muchísimo más que un científico imprescindible. Se loa la ciencia pero el dinero lo gana el espectáculo y el especulador. Esta dinámica es posible gracias a un estilo de vida cada vez más alienado por las grandes marcas, los nombres mediáticos de alcance global. Estamos atrapados por el   pan y circo a una escala nunca vista. La masa se entretiene con los leones, a veces con cristianos incluidos, mientras el dinero fluye entre los palcos.

Y este estilo de vida nos conduce a la otra gran amenaza que actúa sinérgicamente con la pasión por ganar más, es decir el vicio de la avaricia, de la ostentación y el derroche. Se trata de la fuerza más grande destructora de vínculos, de los enlaces que forman la sociedad y sus instituciones, sus comunidades, de toda nuestra  historia. Una cultura una política y una parte crecer de la  economía basada en el deseo relacionado con el sexo, concebido como única o máxima realización, sin limitaciones legales, ni compromisos personales de ningún tipo. El feminismo histórico de derechos políticos y civiles ha virado a un  feminismo sexual que tiene en la práctica sexual sin restricciones y en su corolario el aborto, su máximo signo de identificación  y que se presente en términos políticos  como una cuestión de salud sexual y reproductiva, y derechos de la mujer, construyendo un marco de referencia, semejante al matrimonio homosexual, donde el pretendido derecho a casarse entre dos personas del mismo sexo, no nace de una relación afectiva y un proyecto de vida en común, porque entonces el matrimonio se haría extensivo a todos los emparejamientos que reunieran tales condiciones, sino a una peculiar forma de relación sexual, surgida de la cultura del deseo elevada a categoría política. La ideología de género no es otra cosa que la consagración del deseo y esto explica la importancia del lesbianismo en su elaboración. Es una doctrina formulada en gran medida y en su origen por personas lesbianas, y esto explica también porque el homosexualismo político es en realidad una vertiente de aquella ideología, que consagra la supremacía de los roles culturales del deseo sexual, de la preferencia subjetiva, sobre cualquier otro razón objetiva, incluidas aquellas  que determinan que la sociedad pueda funcionar. Estas políticas del deseo sexual son las aliadas naturales del deseo económico, se refuerzan y comparten áreas de poder y personas, y debilitan la capacidad de respuesta de la sociedad

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

¡Únete a nuestra gran comunidad y recibe gratis el boletín con las noticias más destacadas!


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir