Quién soy

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QUIÉN SOY… Más bien, cosas que he hecho

Lo más importante que he hecho en mi vida es casarme con Muntsa, tener hijos, Marc y Josep, y una nieta, Anna, pero esto último ya es una feliz derivada. Lo más grande que me ha sucedido es haber dispuesto del don de la fe. A partir de ahí, todo lo demás son consecuencias o complementos.

Cuando nací, la II Guerra Mundial daba las últimas boqueadas. Por tanto, mi experiencia se remonta a la posguerra española, el franquismo, la Transición y la democracia. O, en otros términos, de la Iglesia preconciliar al postconcilio. El papa de mi infancia fue Pío XII y hasta ahora, he tenido ocasión de saludar personalmente a tres Santos Padres: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

Profesionalmente, mi vida ha seguido un mismo eje desde el inicio: los servicios de estudios y la consultoría en el ámbito de la ingeniería agraria, la economía regional, la energía y el medio ambiente. Mi primer trabajo fue providencial, porque ha sido la base de todo. Empecé en CEDEC (Centro de Estudios para el Desarrollo de la Comunidad) con el planeamiento agrario de los nuevos pueblos de Mequinenza y Fayón, dado que los originales estaban afectados por la construcción del embalse de Mequinenza. Con el paso de los años, constituí mi primera empresa SES, S.A. (Servicios de Economía y Sociología), posteriormente el Instituto del Medio Ambiente y las Ciencias Sociales (IMAC, S.L.), y una tercera, Facts &Trends, dedicada a explotar una metodología propia de análisis cuantitativo de la información editada. También he sido presidente de otras  empresas en el ámbito de la ingeniería, como Ibering e Intecasa, y del sector enológico, Coll de Juny.

Mi intervención en la constitución como universidad del Centro Universitario Abat Oliba, me llevó prácticamente sin pensarlo a involucrarme en su actividad, de modo que, al cabo de un tiempo de desbordamiento por querer hacer demasiadas cosas, decidimos, de común acuerdo con mi esposa, vender las empresas. Así empecé una nueva etapa dedicado a la Universidad, muy centrada en un nuevo campo que ya hacía algún tiempo me interesaba: el estudio del capital social y su relación con el capital humano. Pasé a dirigir el Instituto de Estudios del Capital Social Abat Oliba CEU (INCAS). En la actualidad soy miembro del Consejo Asesor de esta Universidad, una misión non profit.

Aunque el estereotipo público sea el de mi participación en la política, digamos profesional, la realidad es que la mayor parte de mi vida activa ha sido como técnico y empresario, y en la Universidad.

La vida como político profesional se inicia en 1981, cuando empecé a trabajar en el departamento de la Presidencia de la Generalitat con el presidente Pujol hasta 2001, cuando siendo portavoz del grupo de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, dimití para dedicarme más a e-Cristians, la asociación que habíamos creado un año antes. En ese intervalo de tiempo, fui jefe del Servicio de Documentación y director general de Asuntos Interdepartamentales de la Presidencia, consejero de Agricultura, Ganadería y Pesca en dos gobiernos del presidente Pujol, diputado, y tres veces concejal en el Ayuntamiento de Barcelona.

Mi compromiso político ha estado presente desde la juventud. Del escultismo di el paso -entendido como servicio- a la política, obligadamente clandestina, en la Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya (FNEC) y en las juventudes de Unió Democràtica, partido del que fui miembro de su Comité de gobierno. Participé en la histórica Caputxinada. También intervine muy activamente en la fundación de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) en 1974, antes de que se convirtiera en partido, cuando era un movimiento, una federación de grupos y personas de la que formaba parte Unió. Una gran experiencia fue la de ejercer como secretario ejecutivo por la parte catalana del Equipo Demócrata Cristiano del Estado Español, donde tenía como partes a Xabier Arzalluz (PNV), Oscar Alzaga (Izquierda Democrática de Ruíz Giménez) y José María Gil-Robles y Gil-Delgado, el hijo mayor de Gil Robles, por la Federación Popular Democrática (FPD).

La política me ha dado ocasión de tratar personalmente con personajes extraordinarios y muy distintos en su personalidad y sus ideas, y que ya forman parte de nuestra historia: Jordi Pujol, Anton Cañellas, Joaquim Molins, Lluis Prenafeta, Miquel Coll i Alentorn, Roca i Caball, Joan Sansa, Manel Cardeña, Llibert Cuatrecasas, Miquel Roca, Ramon Trias Fargas, y muchos otros de Unió, además de  Batista i Roca, Josep Fornas, Josep Tarradellas, Ruiz Jiménez, Gil Robles, Juan de Ajuriaguerra y Adolfo Suárez También franceses como Jean Lecanuet y, sobre todo, italianos como Mariano Rumor, Aldo Moro y Angelo Bernasola, y chilenos como Eduardo Frei, para señalar los más conocidos. No ha sido la politica, sino la fe la que me ha concedido la oportunidad de trabar amistad con una persona magnífica, Guzmán Carriquiry, el laico de más largo recorrido en el Vaticano y desde el 2021 embajador de su país, Uruguay, en la Santa Sede.

Estuve becado por la Corporación de la Reforma Agraria de Chile en la época lejana del presidente Frei, oportunidad que no pude culminar porque estaba, como tantos otros, sin pasaporte. El paso por la política de oposición al franquismo tuvo su coste. Detenciones, prisión breve, pero preocupante en el primer período en el que estuvimos bajo la justicia militar, hasta que fuimos traspasados al Tribunal de Orden Público (TOP). Tiempo después me absolvieron, pero los meses pasados en la cárcel Modelo no me los quitó nadie. Hice el servicio militar normal en lugar de las milicias universitarias. Fue una gran experiencia. No me licenciaron como castigo y, sencillamente, me fui por la cara del cuartel de Pedralbes. Nadie vino a buscarme. Pero para no llamar al mal tiempo, no gestioné el pasaporte hasta unos años después. A pesar de todas estas circunstancias adversas, nunca sentí animadversión por mis adversarios, ni siquiera por sus actores directos. Posiblemente por eso, la Transición que tuve ocasión de vivir desde dentro, me pareció un hecho extraordinariamente bueno dentro de los límites de lo humano. Y por ello me parece una irresponsabilidad muy grave la moda de menospreciarla por parte de algunos, que en ningún caso la vivieron y como mucho la han leído.

Mi fe en Dios y la vinculación con la Iglesia católica han sido características de los últimos treinta años de mi vida. Promoví a principios de siglo e-Cristians junto a otras siete personas, y he sido miembro del Consejo Pontificio para los Laicos, nombrado primero por Benedicto XVI y después por Francisco, hasta su disolución al constituir un dicasterio mayor, que reúne además de los laicos, la familia y la vida (pero del que ha desaparecido la única instancia en la que estábamos representados los laicos; el Plenario del Consejo). En este ámbito, también tomé la iniciativa de sacar adelante el digital de perfil nítidamente católico, Forum Libertas, también a principios de siglo, con el que todavía mantengo un fuerte vínculo. Cuando los debates de la mal llamada Constitución Europea, el Tratado de Lisboa de 2005, se constituyó en Barcelona la Convención de Cristianos por Europa, de la que fui su primer presidente.

Mi compromiso no viene de ahora. En los años sesenta pertenecí al Grupo Cristiano por la Defensa de los Derechos Humanos y dirigí una instancia dependiendo de Justícia i Pau, el Secretariado de Coordinación para el Desarrollo (SECOD), dirigido a defender a la Catalunya Pobra (y este fue el título de mi primer libro con Frederic Miralles, que en el cielo esté, y Ernest Sena), y fuimos muy activos en las reivindicaciones iniciales de Bellvitge, un gran polígono residencial, hoy un barrio de l’Hospitalet en Barcelona, y también en el ámbito rural, específicamente en las comarcas dels Pallars. Sin embargo, aquel era un compromiso que tenía un color más político que vinculado a la fe.

Abandoné a la Iglesia en mi juventud, hasta que no sé por qué, en un buen momento de mi vida, cuando llevaba un tiempo de consejero del Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca y cuando empezaba a conocer el oficio, descubrí una necesidad insatisfecha, indefinida, un agujero vital, que a tientas me trajo de camino de regreso a la Iglesia. Si en mi interior no hubiera habido los rudimentos del Catecismo de mi infancia, no sé si habría reconocido la buena ruta. No es solo la desgracia que te hace sentir la llamada de Dios. En este proceso fue fundamental un sacerdote, Francesc Vergés, un cura excepcional, que atendía a las monjas Benetes de la calle Anglí en Barcelona. Soy, por tanto, ahora hace ya tiempo, un retornado al Pueblo de Dios. Mi último servicio en este campo es ser coordinador de la Asamblea de Asociaciones por la Vida, la Libertad y la Dignidad. Mi último propósito en Cataluña es intentar que se configure en el seno de la sociedad una Corriente Social Cristiana (CSC).

En todo caso, 2024 debe ser el año en el que iré finalizando los compromisos públicos, lo que no significa abandonar el compromiso, sino adecuarlo a la fase final de mi vida, por demás bastante movida.

La fe y regir el Departamento de Agricultura me llevó a constituir y presidir el Banc dels Alimentsel primero de toda España, una iniciativa, sin embargo, que no fue mía, sino de una gran persona y agrarista de este país, Jordi Peix.

En este ámbito de las actividades non profit estoy comprometido con la Fundació pel Desenvolupament Humà i Social, que tiene como puntales a Josep Vila Basas y Jaume Grego. Sobre todo, con el Programa Social de Liderazgo Joven dirigido a la recuperación de jóvenes que no estudian ni trabajan y a adolescentes repetidores. También participo en el grupo de reflexión política Converses a Catalunya y en su digital.

No soy periodista, ni lo he pretendido, ni ha sido objeto de mi dedicación ganarme la vida con ello. Más bien ha sido la vocación de exponer, de explicarme, con mayor o menor acierto, lo que me ha llevado a lo largo de los años a escribir mucho y en muchos lugares.

En el Diario de BarcelonaLa Gaceta de los Negocios, el Noticiero Universal, con una columna con el seudónimo de Jordi Mercader. En el periódico Avui. En la edición catalana de El País y El Mundo. Pero allí donde he estado más tiempo ha sido en La Vanguardia, tres décadas, y soy testigo de su gran transformación, nada compartida en esta su última época. También en La Vanguardia Digital con el blog Tras la Virtud. He escrito en los semanarios Garaia del País Vasco, NovaTecnia, Alfa y Omega y Catalunya Cristiana, con el que vuelvo a colaborar después de muchos años de no hacerlo, Oriflama, donde era miembro del Consejo de redacción, y, especialmente, en Destino, donde llegué a escribir semanalmente de política internacional, con mi nombre, y de política catalana, con el seudónimo de Ricard Mestres. Todo esto, además de colaboraciones diversas y dispersas que soy incapaz de rememorar. Los digitales Forum Libertas y Converses a Catalunya forman parte ahora de mi dedicación.

En tiempos pasados -cuando las cancelaciones y exclusiones eran más moderadas- participaba regularmente en una de las tertulias por la mañana de TV3. La radio no me es ajena. La Cope y Ràdio Estel han sido cadenas en las que he participado regularmente. Incluso en Cope Catalunya me atreví a realizar directamente un programa.

He escrito libros, ensayos y libros técnicos, pero no con regularidad. El primero, ya lo he dicho, La Catalunya pobra (1974, Editorial Nova Terra), una novedad en nuestro país porque se trataba del primer abordaje territorial de la pobreza.

En el ámbito técnico he publicado: L’agricultura, dinámica i perspectiva del Vallès (Caixa d’Estalvis Sabadell, 1973), Els gran projectes. Dinàmica i perspectiva del Vallès (Caixa d’Estalvis Sabadell, 1973), Recursos agraris per a la industrialització de Girona (Cambra Comerç Girona, 1974), Bases per a una política energètica complementària de Catalunya (Caixa d’Estalvis Sabadell, 1980), L’eficàcia de les administracions públiques agràries (Generalitat de Catalunya, 1987).

Los trabajos no publicados en régimen público (como estudios, proyectos y dictámenes), en los que he participado o dirigido, superan de largo los 350. Sector agrario y planificación, economía regional y urbana, ahorro de energía, estudios ambientales, proyectos de regadíos, concentración parcelaria, análisis cuantitativos de la información publicada, análisis de políticas públicas, capital social y capital humano, mi registro es amplio; claro, también llevo muchos años en la espalda.

Y como ensayo he publicado: Aproximació a la política econòmica de la Generalitat de Catalunya (Editorial Pòrtic, 1980), Més enllà de l’autonomia. Un catalanisme per al segle XXI (Columna Edicions, 1997), El desafío cristiano (Planeta Testimonio, 2005), El retorn a la responsabilitat (Editorial Mina, 2008), El fin del bienestar (Ciudadela Libros, 2008), La sociedad desvinculada (Editorial Stella Maris, 2014) y Una nueva teoría de la familia (Editorial Círculo Rojo, 2016).

Y precisamente, en septiembre de 2023 ha salido editada una actualización de La sociedad desvinculada (Ediciones Trébedes), convencido de que mi interpretación hecha en 2014 era hoy más actual y definidora de causas y relaciones de nuestras crisis que en su fecha inicial.

Tengo un gran aprecio por el escultismo porque fue una de mis principales escuelas de formación, precedida por la que recibí de mis padres y seguida por la de mi escuela de barrio de toda la vida en el Poble Sec, el Colegio Nuestra Señora del Carmen, y por las oportunidades de formación que me ofrecieron las Juventudes de Unió Democratica de Catalunya. Pertenecía al Agrupament Roland Philips, de acreditada trayectoria ya que su fundación se remonta a los años veinte. Era el primero de los constituidos de la Rama de Boy Scouts de Catalunya, que practicaba un excelente escultismo clásico, a pesar de que durante el franquismo vivimos dificultades a causa de la prohibición de todo escultismo que no fuera el católico. Hace tiempo que todas aquellas capacidades se perdieron a manos de la introducción del laicismo de la exclusión religiosa donde antes había aconfesionalidad y una “modernización” que inventaba sin atender a sus fundamentos. Sus capacidades educadoras hoy las veo sobre todo reflejadas en los Guies i Scouts d’Europa.

El deporte siempre me ha interesado, pero como practicante mis intereses pertenecían a un ámbito minoritario e individual. Empecé por el Judo, he pasado por el Karate y, sobre todo, por el Jiujitsu, e incluso hice una incursión más breve en el Kendo, pero nunca he ido más allá del primer Dan de cinturón negro. El tiro olímpico también ha sido motivo de preferencia, sin llegar nunca a competir. Con el paso de los años mi práctica se ha reducido al mínimo. Mis hijos, Marc y Josep, que han realizado deportes de equipo a buen nivel, en baloncesto y rugby, me han hecho valorar más y mejor este esfuerzo en equipo y su valor formativo. Marc lo practicó con intensidad en Badalona hasta la entrada en la universidad. Josep se ha mantenido hasta hace poco y jugaba en el primer equipo de la UE Samboiana. Alguna contribución he hecho en ese campo. Por ejemplo, fui presidente del Comitè Olímpic de Catalunya (COC) cuando se esforzaba por su reconocimiento por el COI, durante el período que llevaron los JJOO a Barcelona.

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